Perrin también reconoció la labor del equipo técnico y creativo detrás de escena, cuya entrega y talento hacen posible que cada detalle cobre vida.
El emblemático Teatro Principal de Puebla fue escenario de una noche cargada de emociones intensas con la puesta en escena de Esquizofrenia, protagonizada por el actor Rafael Perrin. En un viaje que penetra la mente de un personaje atrapado en su propia psicosis, el público fue testigo de una interpretación que desvela, desde lo más profundo, el lado más oscuro y perturbador de esta enfermedad mental.
Basada en el texto de Mauricio Pichardo, la obra —de aproximadamente 90 minutos— sumerge a los asistentes en un torbellino emocional que los hace cuestionarse su propia percepción de la realidad. Aunque la historia se sitúa en otro tiempo y espacio, la narrativa toca fibras universales, mostrando cómo el miedo, el desconcierto y la locura pueden emerger desde el interior.
A pesar de tratarse de un monólogo, Esquizofrenia rompe la cuarta pared de manera constante, involucrando al público, haciéndolo cómplice, testigo y parte activa de esta experiencia teatral. Las preguntas, las dudas y las verdades ocultas se convierten en una extensión del guion, generando un ambiente de reflexión compartida.
El público poblano respondió con entusiasmo, llenando casi por completo las dos funciones programadas. Un agradecido Rafael Perrin no dudó en destacar la importancia de esta respuesta, asegurando que, gracias a ese respaldo, el teatro sigue vivo y vibrante.
Durante su mensaje final, Perrin también reconoció la labor del equipo técnico y creativo detrás de escena, cuya entrega y talento hacen posible que cada detalle cobre vida. En un momento especial, presentó a su pequeña hija, quien lo acompañó esa noche junto a gran parte de su familia, dando un toque entrañable a una velada ya de por sí conmovedora.
